jueves, 27 de febrero de 2014

El funeral y el rezo por los difuntos

            Esta semana, un joven católico por la red social comento; “desearía poder defender profundamente la postura de 2 Timoteo 1:16-18 referente a la oración por los muertos. Alguien podría ayudarme”. Dicho pasaje expresa; “Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo, porque él muchas veces me ha reconfortado y no se avergonzó de que yo estuviera preso. Por el contrario, desde que llegó a Roma, no dejó de buscarme hasta que me encontró. Que Dios, en aquel Día, le permita alcanzar misericordia delante del Señor. Tú conoces mejor que nadie los servicios que él me prestó en Efeso”. Muchos sectarios cuestionan el rezo que los católicos hacemos por los difuntos. Daré argumentos para que sepamos defender esta creencia.  
            A mi juicio, muchas de nuestras creencias tienen al judaísmo como antecedente. Recordemos, todos los apóstoles eran judíos de raza. En el judaísmo, se llama "avelut" al acto del velorio por los difuntos, incluye rezos por varios días, aniversario, etc. Aunque muchas prácticas judías no están escritas en el Antiguo Testamento, no por ello, dejan de formar parte de la experiencia judía ante Dios antes de Cristo.  
            La veneración hacia los difuntos es principio básico de la tradición judía. Fue el propio primer patriarca, Abraham, quien estableció la tradición de tributar a los muertos el respeto merecido. En su trayectoria errante, Abraham no se olvidó, de fundar el “Mearat Hamajpelá” que sirvió de cementerio para su esposa Sara, para él mismo, para Isaac, Rebecca, Jacob y Lea.
            Para el judío, la procesión funeraria es simple. El oficiante recita salmos y una oración en memoria del difunto, los familiares pronuncian el rezo. En casa, los enlutados (avelim) encienden una lamparilla en memoria del difunto, se sientan en el suelo durante siete días (shivá); es cuando los familiares y amigos acuden para expresar el pésame y consolar a los enlutados. Durante esa semana, se ofician en la casa del desaparecido tanto los rezos matutinos como los nocturnos. Los deudos suspenden todas las actividades y se abstienen de salir de la casa, salvo en sábado o días de fiesta para asistir a los oficios de la sinagoga. Durante los primeros 30 días después del deceso, los enlutados no se afeitan ni se cortan el pelo. Cada fin de mes se oficia en la sinagoga o en la casa una plegaria en memoria del difunto. El duelo estricto dura todo un año. Luego, año tras año, se celebra el aniversario de la muerte. El sábado anterior al aniversario, los familiares más cercanos acuden la sinagoga, donde invitan al más allegado a leer la  “haftará” (segmento escogido de los libros de los profetas). Es costumbre visitar las tumbas en las fiestas judías ò en el aniversario de muerte.

            Habiendo mencionado estas costumbres hebreas entorno al funeral, vale la pena citar la muerte de Lázaro según los evangelios, para tener una perspectiva completa de lo que sucedió entre aquellos judíos y el Mesías; “Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su la muerte de su hermano” (San Juan 11:17-19). Sin duda, Jesús llega en el momento del “shivà” que es el duelo judío de siete días, en el funeral ò avelut de Lázaro. Aunque nosotros, no somos judíos, sino católicos, es bueno que conozcamos la historia de la salvación desde Israel hasta la Iglesia. El rezo por los difuntos es parte de la vida católica y judía. Siempre es bueno rezar por un vivo ò por un muerto.