domingo, 30 de mayo de 2010

¿La Iglesia ó La Biblia?

En el siglo primero después de Cristo, la Iglesia naciente tuvo que lidiar con un grupo denominado: “judaizantes” que eran judíos convertidos al cristianismo. Este grupo de personas defendían la idea de que los preceptos dictados por Moisés debían inculcarse para todos aquellos que desearan abrazar la Fe en Jesús, entre estos mandatos estaban: la circuncisión, el sábado, las fiestas judías, y otros, etc.

Tal discusión llevo a los Apóstoles a celebrar el primer concilio en Jerusalén, donde el sínodo Apostólico concluyó lo siguiente sobre la ley de Moisés: “Fue el parecer del Espíritu Santo y el nuestro no imponerles ninguna otra carga fuera de las indispensables: que no coman carne sacrificada a los ídolos, ni sangre, ni carne de animales sin desangrar, y que se abstengan de relaciones sexuales prohibidas. Observen estas normas dejándose guiar por el Espíritu Santo. Adiós. “(Hechos 15:28,29).

Si reflexionamos sobre al pensamiento de los judaizantes de aquella época podríamos pensar que tenían argumentos razonables, en primera porque Jesús fue circuncidado al octavo día de su nacimiento, en segunda porque Jesús jamás hablo de abolir la circuncisión, y por ultimo: ¡estaba escrito en los libros sagrados! (recordemos que en el siglo primero solo se tenia el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento aun no se escribía en su totalidad).

Entonces, para aquellos que defienden las escrituras por encima de la autoridad de la Iglesia debo preguntar; ¿Con que versículo bíblico los Apóstoles anularon la circuncisión y los mandatos de Moisés?, esta pregunta puede llevarnos a dos respuestas sorprendentes, la primera es: si nos situamos en el siglo primero sabiendo que solo se contaba con el Antiguo Testamento debemos responder “con ningún verso bíblico”. Sin embargo, si nos situamos en el tiempo moderno tomando en cuenta el Nuevo Testamento podemos responder “Mateo 16:18,19”; “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”, dejando en estos versos una clara evidencia de la autoridad de San Pedro.

Sin embargo habrá quienes insistan en negar la autoridad de la Iglesia argumentando lo enseñado por Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida y nadie viene al Padre sino por Mi” justificándose en el pasaje de San Juan 14:6, de esto debo decir que el Apóstol San Pablo (autor de gran parte del Nuevo Testamento) muestra a la Iglesia como “columna y baluarte de la Verdad” (1era de Timoteo 3:15) ó apoyo ó amparo y defensa de la Verdad de Fe, mientras que San Pablo se refiere a las escrituras como instrumento que puede dar sabiduría a los hombres para alcanzar la Salvación por la Fe en Cristo Jesús (2da de Timoteo 3:15).

Para concluir debo decir que los cristianos judaizantes fueron eruditos exigentes en las ordenanzas del antiguo testamento, ellos creyeron en la autoridad de los Apóstoles para el primer concilio sin solicitar referencia bíblica alguna (no es necesario).

Para el tiempo moderno, ¿no bastara solo creer aquello dicho por San Pablo?: La Iglesia es columna (apoyo) y baluarte (protectora) de la Verdad, ¡y esto te lo dice la biblia!.