domingo, 2 de mayo de 2010

Ser como niño

Jesús declaró: “En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos” (San Mateo 18,3). La mayoría de nosotros por lo general asociamos la solicitud de Jesús y su analogía de la niñez con la pureza de corazón, esta asociación es correcta.

Hoy he querido abundar y reflexionar sobre el significado de la niñez, esperando con esto esbozar más detalladamente el significado de ser niño para alcanzar el Reino.

Primero que nada viene a mi memoria aquello dicho por San Pablo: “Hermanos, no sean niños en su modo de pensar, sean como niños en el camino del mal, pero sean adultos en su modo de pensar” (1era de Corintios 14:20), San Pablo hace una diferencia entre dos tipos de niñez, la primera la asocia con la inmadurez y la segunda con la pureza de Corazón, nosotros debemos buscar siempre la pureza. Para la primera, el Apóstol invita a dejar la inmadurez de niños, siendo la caridad y el conocimiento de la Fe la base para crecer en el espíritu. San Pablo dijo esto a Corinto porque aquella comunidad estaba llena de rivalidades y habían hecho de la religión algo parecido al partidismo, dando con esto muestras de su inmadurez en el camino al Reino de los Cielos. Corinto se asemejaba a una persona adulta que insiste en comportarse con la inmadurez de un niño, esto seria, como un cristiano tibio que debiendo ser tutor de otros por su testimonio de vida, prefiere ser tratado como alumno esperando que otros le aclaren la diferencia entre el bien y el mal, haciendo de la religión no un camino y pensamiento de vida, sino un fanatismo obstinado.

Cuando en el mismo verso el Apóstol habla de la niñez diciendo: “sean como niños en el camino del mal” se refiere a lo que Cristo dijo, a la invitación para edificar un corazón puro dentro de nosotros. Si meditamos el verso, el Apóstol dice que seamos torpes e inexpertos para obrar el mal. Aunque lo deseable es no hacer el mal nunca, existe ese conocimiento del Apóstol de que todo hombre sin excepción en algún momento obrara de modo injusto, por esto expone que no debemos dejarnos alcanzar por la madurez en el camino del mal y mucho menos nos convirtamos en maestros corrompiendo a otros.

Delineando mas detalladamente la pureza de corazón, que es la niñez que pide Jesús y de la que habla el Apóstol, puedo decir que todo niño confía en las promesas de su Padre ¿Qué niño no espera con ansiedad algún regalo ó premio dado por su Padre? confiemos entonces como niños en las promesas de Dios, como si esperáramos recibir un regalo. Otro punto que sirve de referencia, es que ningún niño esta cómodo en medio de la obscuridad, inevitablemente preferirá estar en la luz, consideremos esto como la elección diaria entre el mal ó el bien, como niños busquemos estar en la luz y temamos al mal. Finalizando digo que también, todo niño imita aquello que hace su Padre, y aun así el niño no comprende dichas labores tratara de obrar como si las conociera, asemejándolas con sus posibilidades ó limitaciones. Nuestro Padre es Dios y es autor de buenas obras, como niños imitémoslo sin muchas preocupaciones ó afanes.