domingo, 6 de diciembre de 2009

El pesado yugo

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. 26. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. 29. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. (Mateo 11:25-29).

En ocasiones uno lee el texto “sed mansos y humildes de corazón” e inevitablemente piensa en el trato que uno da a su prójimo, no quiero desacreditar esta interpretación pero deseo también exponer con un ejemplo la mansedumbre y humildad para con Dios pues Jesús ha dicho “todo me ha sido entregado” y “lo ha revelado a los pequeños”, ¿Qué podemos aprender de esto?

Hacía ya tiempo estaba un hombre que regularmente acostumbraba ir a misa y muy pocas veces participaba de los sacramentos, este hombre pensaba: “me siento tranquilo, me siento en paz conmigo y con todos” siendo esta frase su argumento de apoyo prestando así poca importancia a los sacramentos. En una ocasión en medio de una celebración eucarística sintió aquella paz otorgada por Dios y lo interpreto como el perdón de sus pecados y faltas, dicha experiencia la compartió con uno de sus mejores amigos quien conocía las escrituras y este le comento: “Es hermoso sentir la paz de Dios pero puedes pensar de estas dos formas, la primera es tu interpretación pues crees que al sentirte tranquilo haz recibido el perdón de Dios pero te daré una segunda opinión, más bien me parece que al sentir esta paz, Dios te está invitando a que participes de sus sacramentos, toma esta paz que experimentas como garantías para que entiendas que al acercarte a la confesión serás absuelto de inmediato, piensa de esta forma: si siendo pecador sientes paz ¿Qué sucederá cuando quedes absuelto y participes del cuerpo y la sangre de Cristo? ¿No será esto motivo de mayor alegría?, se manso y humilde de corazón, se manso para que dejes de oponerte a recibir los sacramentos de Dios, se humilde para que reconozcas que si tu conciencia no te acusa de nada malo quien te juzgara será Dios y no tu conciencia, no seas soberbio para tu mal minimizando la confesión sino se humilde y recíbela, recuerda que Jesús dijo: “todo me ha sido entregado” ¿A qué se referirá Jesús con esto?, ¿te suena lógico pensar que Jesús ha tomado el perdón de Dios y nos lo ha entregado?, también Jesús dijo: “lo ha revelado a los pequeños ó humildes” ¿te suena coherente pensar que si sigues minimizando la confesión te estás negando a recibir la gracia de Dios?, ¿dónde estará pues tu pequeñez si te niegas a recibir algo que Jesús desea entregarte?

¿Deseas encontrar descanso para tu alma? Alimentante del cuerpo y la sangre de Cristo, dispón tu corazón para que sea manso, humilde y libre para recibir el perdón, deja tu pesado yugo y camina hacia la gracia.