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domingo, 28 de mayo de 2017

Entre el bien y el mal

            “Dijo Dios: “Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento”. Dios creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno. Los bendijo Dios, diciendo: “Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense asimismo las aves sobre la tierra”. Y atardeció y amaneció: fue el día Quinto. Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies, animales del campo, reptiles y fieras”. Y así fue. Dios hizo las distintas clases de animales salvajes según su especie, los animales del campo según sus especies, y todos los reptiles de la tierra según sus especies. Y vio Dios que todo esto era bueno.       Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo”. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”. Dijo Dios: «Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas con semillas que hay sobre la tierra, y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman”. Y así fue.” (Génesis 1:19:30).
Si leemos la totalidad del capítulo nos daremos cuenta que cada vez que Dios crea algo afirma “es bueno”, sin embargo, si nos fijamos detenidamente esta afirmación no aparece cuando el ser humano es creado, Él simplemente bendijo y entrego toda su creación. Desde ese momento el ser humano se vuelve en el administrador de la obra de Dios, y añado, la Iglesia se convirtió en la administradora de la gracia.  
En el relato del génesis, hay un significado muy simple y muy profundo a la vez, el ser humano tiene poder de decisión, Dios no decide “quien es bueno ó quien es malo”, es el ser humano quien decide, Dios nos entrego su bendición y su creación que es buena. Esto es parecido al padre bueno que por circunstancias ajenas a él tiene hijos malos e hijos buenos, cada hijo decidió qué camino tomar y qué hacer con lo que el padre le entrego.  
Más adelante en los textos del génesis encontraremos que el Edén tenía toda especie de frutos para ser comidos, excepto el árbol de la ciencia del bien y del mal. Según el relato, cuando Adán y Eva comen del fruto prohibido son expulsados del paraíso y Dios hace esta afirmación “comerás el pan con el sudor de tu frente…”, pero dentro de Edén y la creación, ¿Dónde estuvo el árbol que producía pan?, jamás estuvo, Dios introduce la palabra “pan” y es el primer símbolo de una alianza entre el primer hombre y Dios, porque en el pan se integra la obra de Dios –la tierra, el agua, la semilla- y la obra del hombre –la manufactura-   Entonces, puede entenderse y afirmarse que la creación nos fue entregada también como una semilla, como una masa inacabada para que nosotros –la raza humana- la completemos y podamos alcanzar con la bendición de Dios ese grado; ser buenos, y buenos administradores.

Algunos sectarios afirman: “no tengo una religión, tengo una relación con Dios”, son ciegos y necios, todo ser humano desde que nace tiene una relación con aquel que lo creo y si muere tampoco puede escapar del Padre de los Espíritus. El pan es el primer alimento mencionado después de la caída de Adán, el pan es alimento que da vida y si Dios permite que alguien en este mundo siga viviendo es para algo; decidir entre lo bueno ó lo malo, estamos en proceso. Decidamos hacer el bien para volver al paraíso.