domingo, 6 de mayo de 2018

Sin cruz no hay gloria


            Dios siendo dueño y Señor de todas las cosas, pudiendo entregarnos lo mejor nos entrego la cruz, ¿Por qué debiésemos tener aversión a tomar la cruz sabiendo que Dios es bueno y sabe dar cosas buenas a sus hijos?. Los evangelistas señalan la siguiente afirmación de Jesús; “El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío” (S. Lucas 14:27). La cruz, partiendo de la crucifixión de Cristo, es el símbolo que representa la negación de uno mismo a favor de hacer valer en nosotros la Palabra de Dios, pero ¿Cómo podremos cargar la cruz si desconocemos la Palabra de Dios?. Es necesario esmerarse para conocer lo enseñado por Cristo y los apóstoles. 
            Algunos han querido sustituir la cruz por las obras, ¿esto será eficaz?, no lo sé, San Pablo enseño; “Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada” (1era de Corintios 13:3). ¿A qué amor se refirió San Pablo?, ¿una persona que entrega beneficios a los pobres, es posible que carezca de amor?, si, es posible. El autor explica esta clase amor versos después, enumerando una serie de pecados y actitudes contrarias al Espíritu, estas nos hacen perder la gracia recibida y son esas las que debemos crucificar para que el mal no permanezca en nosotros, San Pablo señala; “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (V. 4-7).
            Si mi corazón tiene envidia ó busco mi propio beneficio de nada sirven mis “obras buenas”, a fin de cuentas mis pecados dañaran a otros en algún momento. Si no logro contenerme, ni me esfuerzo por remediar mis males y actúo deliberadamente sin estimar la cátedra de Jesús y los apóstoles, no he sabido cargar mi cruz, ó peor aún, si conozco la Palabra divina con tal profundidad, me esmero en las cosas del Reino de Dios y por esto me siento superior a los demás, superior al pecador mas podrido y ajeno al evangelio, aun así, no estoy tomando mi cruz y mi pecado es la soberbia. 
            Cargar la cruz es un acto doloroso porque consiste en domar nuestro ser animal para conducirlo hacia algo mejor. Aunque pareciera algo imposible, esta transformación es posible si recurrimos a la gracia y practicas espirituales que permiten a nuestro ser interior, el espíritu, crecer y nuestro ser animal decrecer. Cristo ha pedido que llevemos la cruz sin dejarnos desamparados, ha entregado el Espíritu Santo para poder soportar la cruz, incluso, puede liberarnos de conductas detestables pero estos logros espirituales no serán posibles si no dedicamos tiempo a la oración, al estudio de la Palabra, a la gracia, porque estas herramientas sirven para construir presencia de Dios en nosotros.
            Para poder cargar la cruz, primero habría que preguntarnos a nosotros mismos de modo sincero si estamos dispuestos a cargarla, esto se requiere una fe fuerte; decirle SI a la Palabra de Dios. Si algo de la Palabra de Dios nos duele es porque hay algo que necesita ser transformado, y esta transformación será motivo de alegría, Dios no nos ha dado la cruz solo para sufrir, sino para que por medio de ella alcancemos el gozo máximo, la vida eterna.