domingo, 27 de marzo de 2016

Dos alianzas, dos sacerdocios, dos estatutos

            Una persona cuestiono en el templo el uso de nichos para difuntos, argumentado que tal práctica no es bíblica. La Escritura no menciona la cremación de cuerpos, solo dar sepultura al cadáver. Debo explicar, hay cosas practicadas por la Iglesia, grupos evangélicos y protestantes que no son mencionadas en la biblia, pero eso no significa que estén prohibidas. Por ejemplo, el culto celebrado por evangélicos bajo el siguiente orden; alabanza, diezmos y predicación, fue introducido por Martin Lutero, según lo menciona el Jean Baubérot, catedrático de historia, en su libro “Historia del Protestantismo”. La biblia no menciona muchas cosas, no afirma como debe ser el orden del culto, incluso, ¡la biblia no menciona como debe ser el culto!, salvo la Eucaristía.
            ¿Qué mandamientos debemos seguir?, ¿debemos seguir todos los mandamientos de la biblia?. No necesariamente. El antiguo testamento posee 613 mandamientos, los judíos están obligados a guardarlos todos.    
            Muchas sectas, sintiéndose “mas bíblicos”, traen a la nueva alianza mandamientos que corresponden al antiguo pacto, justificándose en el pasaje donde Jesús menciona; “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir” (San Mateo 5:7). Esto hace dudar a muchos católicos que desconocen su fe. Sin embargo, no debe omitirse el contexto cuando se lee el pasaje, pues, Jesús está entre judíos. Los apóstoles no inculcaron los 613 mandamientos de la ley. Sin embargo, la Iglesia reconoce el decálogo de Moisés, y en base a la cátedra de Jesús y un ideal, propone mandamientos que no están literalmente expresados en la Escritura, por ejemplo; la biblia no menciona los preservativos, pero la Iglesia católica se opone a su uso y algunas denominaciones cristianas los permiten.
            Pero, ¿Cómo lidiar con el hecho de que Jesús menciono: “no vine al mundo para abolir la ley sino para cumplirla”?, ¿Por qué los apóstoles dejaron de inculcar la ley del antiguo testamento?, ¿Cómo se resuelve este asunto con un argumento sólido ó es que acaso las sectas están en lo correcto al querer inculcar los mandamientos antiguos?.
            En lo personal creo que Jesús no vino para abolir la ley, mas bien, la ley fue abolida por la rebelión de Israel al poner fin a la alianza por la crucifixión Jesús. Ellos desobedecieron la ley y el pacto termino. Existen dos versículos claves para entenderlo. El libro del Éxodo señala; “Y tomó Moisés el libro de la alianza, y leyó á oídos del pueblo de Israel, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Dios ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre, y roció sobre el pueblo de Israel, y dijo: He aquí la sangre de la alianza que Dios ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas” (Cap. 24, v.7, 8). La primera alianza de Dios con Israel poseía un sacerdocio hebreo y una ley, la nueva alianza tiene un sacerdocio nuevo en Jesús y una nueva ley, la carta a los hebreos lo pone claro; “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley” (Cap. 7, v. 12). Por esta razón los apóstoles no inculcaron mandamientos antiguos, Jesús al convertirse en cabeza del nuevo sacerdocio ofrece una nueva ley, una cátedra que fue llevada por los apóstoles y sucesores hacia el resto de los pueblos.

            No debemos ser confundidos por las sectas, no estamos obligados a seguir el antiguo testamento. Estudiemos la fe del nuevo pacto. 

¿Porque me llamáis: Señor, Señor y no hacéis lo que digo?

            Un pequeño verso expresa; “¿Porque me llamáis: Señor, Señor y no hacéis lo que digo?” (San Lucas 6:46)
            La respuesta a la pregunta es simple, nuestra rebeldía nos hace quebrantar los mandamientos, aunque existen personas que desconocen la cátedra y no pueden guardar algo que ignoran. La ignorancia religiosa en términos éticos y morales es una constante en nuestros días. La Iglesia debe dar apologías de moral, y los argumentos resultan insuficientes para una generación sexualizada, que ve al culto y la moral católica como algo arcaico. Considerando esto, sin importar el siglo en que sea leído el evangelio, la enseñanza de Jesús se justificara siempre en el deseo de ser discípulo ó no serlo. Cualquier argumento usado para quebrantar los mandamientos será solo el interés de alguien hacia el pecado, no hay justificación valida bajo ninguna circunstancia ó ¿acaso podemos corregir los mandamientos del Padre y ser llamados discípulos?. No. Jesús cuestiona; “¿Porque me llaman Señor y no hacen lo que les digo?”.
            Pero, ¿para qué desea Dios que hagamos lo que nos pide?, ¿Qué acaso Dios se beneficia cuando guardamos los mandamientos?, ¿a Dios le falta algo de nosotros?, si El nos amo siendo pecadores, ¿Por qué no puede conformarse y dejarnos vivir en el pecado?. Dios no ocupa nada de nosotros, ni siquiera ocupa que guardemos su ley.
            Dios nos amo porque El es amor y el amor no conoce otro camino. El amor nos libera de cargas que nos esclavizan; el ego, la vanidad, la ambición, el odio, el clasismo, etc. Dios desea que seamos libres y recurriendo a la raíz del amor, al Padre del amor, Dios mismo, es cómo podemos compartir esa libertad, del que ama, con los demás. Para entrar en comunión con el amor del Padre y disfrutar ese amor es necesario entrar en la espiritualidad, purificarnos.
            Dios purifica al ser humano para perfeccionarlo en el amor, para acercarlo más a Él. Solo un corazón que se añade a la pureza podrá ser sanado y ofrecer a otros un afecto sano; sin engaños, dobles propósitos ó egoísmos. Esta pureza es necesaria para entrar al reino de los cielos, Jesús nos pido la pureza de un niño para poder entrar ahí.     
            Dios al dotar al ser humano de mandamientos manifiesta que la vida humana tiene un propósito. Algo que está hecho sin propósito no conlleva obligaciones ni normas., sin propósitos nada trasciende. El ser humano fue hecho para trascender, somos “hijos de Dios”, esto es algo grande, trascendente. Este propósito trae consigo obligaciones, mandamientos. Dios nos ha dado vida, no para que seamos “una hoja que va y viene” sin sentido en el mundo. Dios dio vida para que seamos sus hijos y que lo disfrutemos.   
            Sin embargo, Dios ha dado el libre albedrío, no se puede negar, esto sucede porque el amor puro, el amor de Dios, otorga libertad y respeto a las personas. Dios nos ama y permite que seamos libres para decidir. Podemos edificar nuestra vida ó destruirla. Dios ha permitido que lo llamemos “Padre” en un proyecto que nació de Él. Abrazar este propósito conlleva disciplina. Dios no ha creado al hombre “nomas porque si”, lo creo con un fin y lo moldea por medio de sus mandamientos.

            Aunque algunos incrédulos argumenten; “mi vida la vivo como quiera”, eso es un ideal vano. Somos libres, es verdad, pero alguien cargara con la consecuencia de nuestros actos, buenos ó malos. ¿Quién nos dio vida?, ¿a quién daremos vida?, el ser humano procede de sus padres, nuestros errores repercuten en la vida de nuestros hijos, y la suma todas las conductas, buenas ó malas, hace comunidad. De los mandamientos de Dios, no hay uno solo que haga daño al prójimo. Entendamos entonces la clase de proyecto que Dios desea construir en nosotros. 

domingo, 13 de marzo de 2016

Dios, dueño del tiempo

            Un paralelo dentro de la biblia significa asociar dos eventos distintos por sus similitudes. Por ejemplo, existe un paralelo entre la vida de Moisés y Jesús, ambos fueron perseguidos al nacer y establecieron alianza.
            Por motivo de semana santa, hare un paralelo entre el primer capítulo del libro de Génesis y el pensamiento cristiano. Para tener una visión general, daré una descripción de los eventos que se suscitan cada día. 
            El día primero Dios creó los cielos y la tierra, estableció la luz separándola de las tinieblas (v. 1-5). El segundo día separo las aguas y el firmamento (v. 6-8). El tercer día dividió la tierra y los océanos, los bendijo (v. 10), también, produjo la hierba, la semilla y todo tipo de arboles y los bendijo (v. 12). El cuarto día Dios estableció los cuerpos celestes para definir el día, la noche y los años (v. 14-19). El quinto día le dio vida a los seres del mar y a las aves del cielo (v. 20-23). El sexto día dio vida a los animales, creo al ser humano a su imagen y semejanza, pidió ser fecundos, multiplicarse para llenar la tierra, que la semilla de mucho fruto. El segundo capítulo se distingue porque menciona “el séptimo día como el descanso de Dios”, por eso los judíos no trabajan el sábado ó el día del Sabbat que significa descanso.  
            Si consideramos al día séptimo como sábado, haciendo una cuenta regresiva de los días podemos decir que Dios inicio su obra “en domingo”, en este día, Dios crea la luz y la divide de entre las tinieblas. A la luz del evangelio, la resurrección de Jesús sucintada en domingo trae la luz a todas las naciones. Los hombres que viven en tinieblas son llamados a la luz de Cristo.
            Otro símbolo importante es el tercer día, si nos fijamos, Dios dijo que el tercer día “era bueno” dos veces, ¿Por qué distinguir así este día y no otro?. Sin duda, existe una referencia entre el tercer día, la trinidad ó los tres días que Jesús estuvo en el sepulcro. Dios no dejo pasar la oportunidad para denotar con énfasis el numero tres. Por esta característica, una tradición judía sostiene que los matrimonios celebrados en martes reciben mayor bendición de parte de Dios.
            El sexto día es viernes, siendo el viernes, el día en que Jesús presenta su pasión y muerte. Curiosamente, en el sexto día, Dios pide ser fecundos, no solo al ser humano sino a las plantas, fecundar la semilla. Recordemos las palabras de Jesús;  “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto” (San Juan 12:24). La pasión, muerte y resurrección de Jesús fue útil para fecundar el cristianismo, multiplicarlo. El sexto día, Dios crea al hombre a su imagen, pero el sexto día, un viernes santo, el Dios hecho a imagen de los hombres es despedazado, y al igual que nosotros, participa de la muerte, fiándose de Dios, entregando su espíritu.
            Para terminar, es curioso que desde la antigüedad el libro del génesis haga mención al domingo como el primer día de la creación. Para el pueblo judío, los años son contados desde el nacimiento de Adán. Según el calendario hebreo, son 5,775 años. Para nosotros, el pueblo cristiano, la nueva creación inicia con Jesucristo, por ello contamos los años desde su nacimiento.     
            Debo aclarar que el relato del génesis no es un relato histórico, sin embargo, debe ser motivo de alegría encontrar estos paralelos que nos manifiestan la sincronía que Dios tiene sobre los eventos. Nada ha quedado a la deriva ó fuera de su ideal.

            Vivamos la semana santa confiando en que Dios está inmerso en cada uno de nuestros días, El es dueño del tiempo.  

sábado, 5 de marzo de 2016

¿Caridad ó santidad?

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de Mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo’. ‘Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui extranjero, y me recibieron; estaba desnudo y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y vinieron a mí’. Entonces los justos responderán; ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?, ¿cuándo te vimos como extranjero y te recibimos, o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a ti? ’. El Rey responderá; ‘en verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicieron…’” (San Mateo 25: 34-40).
            La caridad tiene promesa de vida eterna, pero si la caridad nos puede llevar al cielo, ¿Qué sentido tiene buscar la santidad?, ¿Qué sentido tendría dejar; la borrachera, las drogas, la pornografía, la unión libre, el adulterio ó la homosexualidad, si por las obras de piedad puedo entrar al cielo como señalo San Mateo?.    
            ¿Caridad ó santidad?, ¿Cuál de las dos será mas importante para heredar el Reino de los Cielos?. La piedad puede llevarnos al cielo, es verdad, pero ¿habrá algún santo que no sea piadoso?, en cambio, muchos hombres piadosos no buscan la santidad. La santidad es la condición del ser humano que busca a Dios y se prepara para vivir en gracia, este no permanece en pecado, se retracta de él.
            Un principio fundamental de la vida cristiana es que ningún ser humano podrá heredar el Reino de los Cielos solo por sus obras. San Pablo lo definió muy bien al expresar; “Yo no anulo la gracia de Dios: si Dios nos considera justos por cumplir la ley, Cristo ha muerto inútilmente” (Gálatas 2:21). La imperfección humana nos impide el acceso al Reino de Dios, no hay hombre alguno que pueda cumplir la totalidad de los mandamientos, todos estamos incompletos, fallamos en algo; algunos mienten, otros tienen envidia, otros aman el dinero, etc. La obra de Cristo nos justifica ante Dios por medio de la gracia. Sin gracia el ser humano no puede entrar al reino de Dios. La gracia se recibe buscando a Dios, acudiendo a los sacramentos, haciendo oración, purificando nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo, estas acciones despiertan la piedad en nosotros en el afecto de Cristo. La gracia es un regalo de Dios que beneficia, no perjudica. La persona que prefiere vivir en pecado, antes que recibir la gracia, es quizá porque no la ha experimentado aun en plenitud, es como querer disfrutar “un amanecer con los ojos cerrados”, ¡es imposible!. Para vislumbrar la gracia en nosotros es necesario abandonar el pecado, entregar nuestras pasiones para que el Espíritu Santo reviva en nosotros.
            Por ignorancia podríamos fiarnos de la caridad y creer que no es necesario santificarse para entrar al cielo, contentándonos en los vicios e inmoralidades. Esto es un error, San Pablo enseño que la piedad puede convertirse en un acto vano si no conlleva amor; “Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada” (1era de Corintios 13:3).

            Para concluir, el autor de la carta a los hebreos escribe; “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Cap. 12, v. 14). Sin santidad nadie podrá entrar al cielo porque el cielo de Dios es la santidad, y no hay santo que no sea piadoso.