domingo, 20 de diciembre de 2015

La exhortación de Malaquías.

            Hace algunos días reflexionaba en el libro del profeta Malaquías, último libro del antiguo testamento. En sus capítulos hace un reclamo a los israelitas que dejaron de sorprenderse del adulterio (M. 2:14,15) y se justificaban sintiéndose inocentes, el profeta exclama; “Vosotros cansáis a Dios con vuestras palabras. Decís; ¿En qué le cansamos? _ Cuando afirmáis; Dios aprueba al que hace el mal, lo acepta complacido; o también; ¿Dónde está el Dios justo?” (Malaquías 2:10).
            El libro de Malaquías promete la llegada del mensajero que “preparara el camino delante de Dios” (M. 3:1), este es San Juan Bautista, curiosamente, el bautista fue decapitado por denunciar el adulterio del Rey Herodes, pues su esposa, Herodías, fue mujer de hombres distintos (S. Marcos 6:14 al 29).
            Bajo la enseñanza traída por Jesús, el adulterio no es solo engañar a la esposa. Quien contrae matrimonio por segunda vez también vive en adulterio (S. Mateo 5:32, S. Lucas 16:18). Contraer un segundo matrimonio entorpece y pisotea el sacramento de un primer matrimonio, quebranta la alianza previa y juramento que se dio en el altar.      
            Malaquías denunciando el adulterio de su tiempo anuncio que en atención a los justos: “se escribió en presencia de Dios un libro en memoria de sus fieles, aquellos que honran su nombre…” (M. 3:16). A pesar de las traducciones, significados y contextos, recordé que la palabra “memoria” también es usada por Jesús al instaurar la Eucaristía; “hagan esto en memoria mía”. Quizá el “libro” señalado por Malaquías sea un símbolo referido a la Eucaristía (no lo sé). Pero bajo la enseñanza los adúlteros no tendrán parte en ese libro, ni en la Eucaristía. Para poder acceder es necesario retractarse de aquello que atenta contra los mandamientos de Dios, confesar el pecado y avanzar.    
            Ni la Iglesia, ni la biblia reprueban la separación de los cónyuges cuando estos no pueden vivir un matrimonio pleno. Dios desea matrimonios que vivan en paz, sin embargo, no se permite que los separados contraigan matrimonio por segunda ocasión, esa enseñanza es sumamente clara y firme. La Iglesia reconoce causas para anular el primer matrimonio, por ejemplo: cuando existió engaño, ausencia de la fe, o fue en contra de la voluntad de alguno de los dos, etc. Supongo que es difícil recabar evidencia necesaria para poder anular un matrimonio, pero también, siento que la modernidad hace que las parejas vean esto como un protocolo, un papéelo y se aprovechen de este recurso para su comodidad y no para su salvación, propiciando que la Iglesia caiga en la injusticia de anular algo que no puede, ni debe ser anulado.

            Los bautizados debemos reflexionar en nuestras obras a la luz de los textos de Malaquías; “Vosotros cansáis a Dios con vuestras palabras. Decís; ¿En qué le cansamos? _  Cuando afirmáis; Dios aprueba al que hace el mal, lo acepta complacido…”. A esa generación nos parecemos cuando queremos justificar la unión libre y el segundo matrimonio, queremos que Dios apruebe el mal y hasta decimos; “si dos se aman deben estar juntos, Dios es bueno, El es amor”. Meditemos en Dios, tomemos la cruz sin adulterar sus enseñanzas, guardar el mandamiento traerá su recompensa en esta vida y en la otra, seamos pacientes en oración para vencer las tentaciones.