domingo, 29 de noviembre de 2015

Edificando la torre

En el evangelio de San Lucas, Jesús expresa las siguientes palabras; El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. "Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar." O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?. Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. (Lucas 14:27-33)
            Como arquitecto entiendo las fases para concretar una edificación. El proyecto es lo más importante antes de iniciar cualquier paso de la obra. Para que los arquitectos diseñen debe existir un terreno, para que los ingenieros calculen debe existir un diseño y para que la obra se edifique debe existir un proyecto ejecutivo.   
                En la parábola de la edificación de la Torre, Cristo se refiere a edificar en nosotros la gracia divina. San Pablo expreso a los gálatas; “¡hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros” (Gálatas 4:19). Debe existir una preparación en los creyentes para recibir la gracia.
            Al mirar la historia de la salvación, Dios va “edificando esa torre” para mostrarnos y llevarnos hasta su reino; escoge a Abraham para formar un pueblo, Israel, los educa por medio Moisés y los profetas hasta llegar a Jesucristo. En lo individual, recibimos la gracia por medio del bautismo, se nos inculcan los mandamientos en el catecismo y se nos prepara para tener la primera comunión. Sin embargo, algunos nos alejamos de fe y “la construcción de la torre queda hasta ahí”. El propósito del proyecto divino es reproducir la vida de Jesús en cada uno de nosotros.
            Cuando los bautizados tomamos conciencia de la importancia de la fe, tras experimentar una conversión, y por voluntad propia caminamos hacia las cosas santas, ese proyecto divino que quedo inconcluso vuelve a ser retomado. El fin de la fe no es solo ir a misa por voluntad propia, sino también, cargar la cruz personal y la cruz universal que tiene la Iglesia, esto es una obligación que pide el evangelio.
            Es necesario que todo convertido participe en la Iglesia, pero antes, se forme para que conocer el proyecto del reino de Dios, vale la pena citar a Jesús; "¿Quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla?. No dudo que muchos sientan animo o emoción por emprender algo en sus parroquias, pero ¿han dedicado tiempo para enraizar en ustedes la fe? o ¿cualquier adversidad derribara sus intenciones?.
            Para terminar, cualquier albañil puede pegar ladrillos y no por eso todas las casas son bellas y funcionales. Cualquier creyente emocionado puede emprender una labor hoy, derribarla mañana o sumarse a la secta que lo motive.
            En la parábola de la edificación de la torre, Cristo pide que meditemos antes de emprender, ¿tenemos dinero para terminar la torre?, ¡si lo tenemos, es la gracia!. Sin duda, el primer paso para ser discípulo de Jesús es conocerlo a Él, y para estar en contacto con El hay que orar, entrar en gracia, meditar los textos sagrados.

            Una vida espiritual sin el espíritu hace de la Iglesia un club social.