domingo, 4 de octubre de 2015

La felicidad

            Si desde el nacimiento hasta la muerte, pudiésemos estar en un constante estado de felicidad, no podríamos notar la existencia de la felicidad.
            Es común que por redes sociales, amigos y familiares compartan imágenes sobre la felicidad, desde consejos, afirmaciones, definiciones o reglas para ser feliz. Hace poco leí una; “se feliz a tu manera, la felicidad no es lo que dicen los demás, sino lo que te hace feliz a ti”, en parte es correcto, sin descartar el consejo que recibimos de los demás, por ejemplo; “el borracho es feliz a su modo, tomando, y es infeliz cuando no toma”, la borrachera lo hace feliz, y esta es la tristeza de su familia. En primera, la felicidad de unos no debe ser la tristeza de otros, daré más ejemplos; el patrón es feliz cuando recibe mayor utilidad, esto significa pagar sueldos bajos y estará la tristeza de sus empleados. Los hijos son felices cuando no se les exige, la tristeza de los padres estará al ver que sus hijos son incumplidos. La felicidad del tal mujer estará con algún hombre que por desgracia es casado, y esa relación será la tristeza de ambas familias, etc.. La felicidad plena no debe entristecer o lastimar a un tercero. De la felicidad no puede provenir el perjuicio hacia otros. De la felicidad debe emanar la alegría.
            Podemos establecer también, que la felicidad aunque sea un concepto comúnmente asociado solo al individuo, es un error, el individuo no puede ser feliz de modo individual, la felicidad no debe descartar lo colectivo. Si tuviésemos todo aquello que nos hace felices y estuviésemos solos, no seriamos felices. En la soledad no existe felicidad sino tristeza por la ausencia. No habrá individuo que pueda ser feliz estando solo, entonces, ¿por qué buscar la felicidad guiado solo por lo que me hace feliz a mi?. El mundo se empeña por encontrar la felicidad bajo expectativas individuales, en automático se crean sueños, metas para alcanzar, y parece que nadie ha planteado, si quiera la hipótesis, de que la felicidad puede estar en hacer feliz a los demás y la infelicidad este en buscar mi felicidad.      
            En resumen, la felicidad de unos no debe ser tristeza de otros, la felicidad autentica no lastima a nadie. Por la interacción entre individuos, la felicidad no debe estimarse solo en lo individual sino en lo individuo y en el grupo.   
            Termino con un pequeño cuento; Una mujer planto dos árboles, uno en su patio trasero y otro en el jardín al frente de su casa. Cuando ambos crecieron, la sombra del árbol, al frente de casa, servía para que los transeúntes soportaran el calor. Cada mañana, los jóvenes esperaban el autobús a la sombra de ese árbol, de ahí nacieron amistades. En el patio trasero, la dueña planto flores a los costados del segundo árbol, todos los días atendía a las flores, su patio lucia hermoso, con un aroma esplendido y su perro se alegraba. En las tardes, sus amigas la visitaban para tomar café y platicar en ese lugar. En las mañanas, aparecían las aves y colibrís que ella alimentaba, las aves cantaban ahí todos los días. Sucedió que la mujer enfermo y murió, el patio y el jardín se llenaron de maleza, no hubo quien limpiara las heces del perro, los olores agradables se volvieron fétidos e insoportables, las flores y los arboles secaron, las amigas al no tener un lugar de reunión, difícilmente podían coincidir para reunirse, los jóvenes que esperaban el autobús ya no platicaban por la incomodidad del sol, y las gentes recordaban y decían; “antes este árbol nos daba mucha sombra, aquí había un jardín hermoso y cada mañana los pájaros cantaban”. La felicidad suele ser así, la notamos distante cuando estamos tristes.