domingo, 24 de mayo de 2015

Letra que no suena

En alguna ocasión le pregunte a una bailaría; ¿Para qué sirve el arte?, ¿Qué fin persigue?, aunque ella no supo responder de modo concreto, mis interrogantes fueron pretextos para compartirle mi opinión, comunicarle que las cosas que hacemos y emprendemos quedan enaltecidas si le damos un sentido ético. El arte sirve para expresar y sensibilizar a las personas, puede humanizarnos, elevar nuestro raciocinio por medio de la apreciación, también, el arte puede convertirse en un patrimonio cultural reflejo de una generación. Cuando la disciplina artística no aporta un bien expresa el ego del artista, su pequeñez en su deseo de adulación, irónicamente, al usar su talento para sensibilizar a otros será admirado por muchos. Cuando el artista es genuino da evidencias de que cada ser humano es único e irrepetible, creatura única del gran compositor de la creación: Dios.      
Recientemente acudí a una exposición; pintura, música y poesía. Una amiga, Ernestina Ramírez Escobar leyó un poema titulado “condenada al silencio”, una analogía ingeniosa que aborda la esclavitud del silencio y el significado de ser persona. Ernestina compartió;  
“Los que gobiernan el diccionario español arbitrariamente, como casi todos los gobiernos, tomaron la decisión: ella sola no sería escuchada jamás. Fue condenada al silencio, sentenciada a acompañar a otras sin que nadie pudiese escucharla. Le dejaron ser y estar, sin derecho a expresarse con sonido propio, como un bello maniquí dentro de la relatividad dialéctica que constantemente cambia las reglas, más a mí me gusta su nombre: “hache”, y lo repito mil veces: “hache, hache, hache, hache”, pronunciando la eufonía triste y muda, incluso, he cometido pequeños desvarios, como escribirla en algunas palabras que por regla gramatical no la llevan, hacer lleva “hache”, todo lo que hago lleva “hache” y hablo con “hache” cuando exclamo ¡ah!, cuando admiro ¡oh!, me deja con la boca abierta al pronunciarla. Al exhalar el sonido mudo que habita la palabra inhalo su esencia, la esencia de la “hache”, para resarcir un poco el daño que le han hecho porque ser una letra callada es la nada existencial, la más fútil absurdidad en el cruel alfabeto de la letra que no suena”.
¿Para qué sirve ser persona?, ¿para que fuimos creados?, ¿quiénes son los dictadores que sofocan nuestra vocación humana?, ¿Algún ser humano es como la absurda “hache”, creado en el sin sentido, una letra que no suena en medio de las letras?.
Sobre el sentido de la vida humana, el catecismo expresa: “De todas las criaturas visibles sólo el hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador"; es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma"; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad. Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar”.

El ser humano fue creado para amar y recibir amor, afecto. Un corazón incapaz de dar afecto es un corazón atado al silencio, como una “hache”, una letra que no suena.