martes, 5 de agosto de 2014

El antes y el después

La historia de la salvación del género humano se puede distinguir en dos grandes pilares; antiguo testamento y nuevo testamento. 
Dentro del lenguaje de las Sagradas Escrituras existen “las prefiguras”, esto significa que un evento del pasado muestra en símbolos un evento del futuro. Por ejemplo, sobre el nuevo y antiguo testamento podemos observar prefiguras; para el pueblo de Israel, Dios estableció también dos pactos, el primero fue con el patriarca Abraham y tuvo como señal la circuncisión. El segundo pacto fue con Moisés en el monte Sinaí donde surgieron los diez mandamientos, pero también, dentro de la alianza del Sinai, los judíos distinguen dos acontecimientos; “las primeras tablas del decálogo y las segundas tablas del mismo”. Esto marco un antes y un después en la historia del pueblo de Israel. Ellos sostienen que las primeras tablas fueron rotas por Moisés cuando Israel peco de idolatría al adorar un becerro de oro, y que las primeras tablas ningún Israelita las conoció, las segundas tablas son una réplica de las primeras y poseen “la misericordia de Dios”, porque cuando Moisés descendió del Sinaí por segunda vez, descendió con la réplica de las tablas y con el perdón del pecado de idolatría. Para nosotros los católicos, el nuevo testamento posee mayor misericordia que el antiguo, por la redención otorgada por Jesús.  
Muchos de nosotros conocemos la frase bíblica: “los últimos serán los primeros”, la expresión está relacionada con el hecho de que el nuevo periodo es mejor que el anterior. La humanidad va recibiendo un mayor conocimiento de su creador, pero también las exigencias se van incrementando para perfeccionar a los escogidos. Si bien, el judaísmo del antiguo testamento poseía infinidad de leyes dadas por Moisés, el cristianismo desde el siglo primero poseía una moral más exigente que la judía, sin preocuparse tanto en la literalidad de los textos de Moisés. El adulterio ó el asesinato irían mas allá del acto físico, si Moisés enseño; “no desearas a la mujer de tu prójimo” y “no mataras”, Jesús lo profundizo; “quien desea a una mujer, ya adultero en su corazón”, los apóstoles inculcaron; “quien aborrece a su hermano, ya es un asesino…”. La frase: “los últimos serán los primeros”, es porque los últimos han recibido más y gracias a estos dones, la ruta al cielo se muestra de un modo más claro; fe, pureza de pensamientos, palabras y obras.
La segunda alianza o el nuevo testamento es mejor que el antiguo, porque recibimos de Dios la gracia para ser mejores, esta la alianza nos pide una purificación superior. Dios no nos ha dejado huérfanos para exigirnos mandamientos, El nos ha compartido su Espíritu para poder vencer.
Para concluir, podemos aprender de la pedagogía de Dios que por medio de los pactos va elevando la condición humana. Para la experiencia personal en la vida de fe, San Pablo lanza una exhortación y nos motiva a no dejarnos vencer, no retroceder, sino renovarnos en esta nueva alianza que Jesús nos dejo, el apóstol menciona; “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
Como leemos, en nosotros mismos existe un antes y un después, un tiempo en el que veíamos a la Iglesia desde fuera, es momento de vivir la Iglesia desde dentro revestidos de su gracia.