lunes, 23 de junio de 2014

El fútbol por Joseph Ratzinger

Aprovechando que estamos en el tiempo del mundial Brasil 2014, comparto una reflexión del papa emérito Benedicto XVI sobre este deporte. Extraído del anexo “Mitarbeiter der arheit”, del libro “Orar” de Joseph Ratzinger, Editorial Planeta, 2008.
Cabe mencionar que el papa Francisco I, como buen argentino es un fanático del fútbol, admirador del afamado Lionel Messi.
“Cuando se hojea la prensa y se escucha la radio, se comprueba enseguida que hay un tema dominante: el fútbol y la liga de fútbol. Este deporte se ha convertido en un acontecimiento universal que une a los hombres de todo el mundo por encima de las fronteras nacionales, con un mismo sentir; con idénticas ilusiones, temores, pasiones y alegrías. Todo esto nos revela que nos encontramos frente a un fenómeno genuinamente humano.
Surge espontanea la pregunta sobre el porqué de la fascinación que ejerce este juego. El pesimista contestará que es una repetición más de lo que ya se experimentó en la antigua Roma: pan y circo; panem et circenses.
Pero, incluso si aceptáramos esta respuesta, tendríamos que preguntarnos: ¿y a qué se debe semejante fascinación, que lleva a poner el juego junto al pan, y a darle la misma importancia?. Volviendo de nuevo a la antigua Roma, podríamos contestar a esta pregunta diciendo que aquel grito que pedía “pan y circo” era la expresión del deseo de una vida paradisíaca. En este sentido, el juego se presenta como una especie de regreso al hogar primero, al paraíso; como una escapatoria de la existencia cotidiana, con su dureza esclavizante.  
Sin embargo el juego tiene, sobre todo en los niños, un sentido distinto: es un entrenamiento para la vida.
A mi juicio, la fascinación por el fútbol consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a auto disciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándose cómo puede enfrentarse con los otros de una forma noble.
Al contemplarlo, los hombres se identifican con ese juego, haciendo suyo ese espíritu de colaboración y de confrontación leal con los demás.
Desde luego, la seriedad sombría del dinero, unida a los intereses mercantiles, pueden echar todo esto a perder.
Al pensar detenidamente en todo esto, se plantea la posibilidad de aprender a vivir con el espíritu del juego, porque la libertad del hombre se alimenta también de reglas y de auto disciplina.
En todo caso, la visión de un mundo que vibra con el juego debiera servirnos para algo más que para entretenernos, porque si fuéramos al fondo de la cuestión, el juego podría mostrarnos una nueva forma de entender la vida”. 

lunes, 16 de junio de 2014

El bautismo

En estas últimas semanas he reflexionado sobre pentecostés, la circuncisión y el bautismo. Considero necesario abundar en este último, dado que existen muchas confusiones promovidas por las sectas.
Algunos argumentan que el bautismo de menores no es válido, pues Jesús se bautizo en el rio Jordán teniendo uso de razón. Es importante señalar que, aunque la Biblia no menciona literalmente que los recién nacidos deben ser bautizados tampoco prohíbe bautizarlos. No existen versículos bíblicos para prohibirle a la Iglesia bautizar a los niños, la biblia no lo prohíbe. Incluso, puedo decir que Iglesia católica no bautiza a los niños solo porque si, sino que, son los padres de familia católicos quienes de su propia voluntad bautizan a sus hijos en la Iglesia, y bautizar a un miembro de la familia bajo la fe de sus padres si esta expresado en la Biblia. El bautismo de menores, es una práctica que también se da en el cristianismo ortodoxo oriental, y en algunas ramas del protestantismo histórico. Fueron las denominaciones “bautistas” surgidas en 1609, quienes introdujeron en el protestantismo la idea de “el bautismo en el uso de razón”.
Jesús, siendo mayor de edad, fue bautizado en el rio Jordán por Juan el bautista, pero esto no es el bautismo trinitario de la nueva alianza, sino que era un bautismo que consistía en el arrepentimiento, la confesión de pecados y espera del Mesías ò la llegada del reino de los cielos a Jerusalén (San Mateo 3:2 – 16). En el judaísmo el bautismo ó baño de purificación era y es una práctica común. Los judíos llaman mikve al acto de purificar el cuerpo, introduciéndolo en agua. Algunas corrientes judías celebran el mikve en las vísperas de Yom Kipur ò la fiesta del día del perdón. Los rabinos afirman que “antes de construir una sinagoga, primero es necesario construir la pileta para el mikve”. La práctica de Juan el bautista, no era una novedad para los judíos.  
Con respecto al bautismo de Jesús, nos preguntamos; “¿Por qué se bautizo no tenia pecados?”, pensar de esa forma minimiza el papel mesiánico, Cristo no necesitaba bautizarse, mas bien, es el agua la que necesita ser purificada. Tras su bautismo, el Espíritu Santo desciende en forma de paloma. El bautismo de Juan que consistía en la conversión para recibir al Mesías, se cumplió.
Tras la resurrección de Jesucristo, encontramos la gran comisión: llevar el evangelio a todos los pueblos. En este acto, encontramos el bautismo de un modo trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que anuncia algo distinto a lo proclamado por el bautista en el Jordán. Aunque en ambas prácticas aparezca el agua, estas tienen como contexto alianzas distintas.  
En las cartas apostólicas del nuevo testamento, encontramos que el bautismo de los menores por la fe de sus padres es una realidad. Por ejemplo, en la carta a la Iglesia de Corinto, el apóstol San Pablo afirma “haber bautizado a la familia de Estefanas…” (1era de Corintios 1:16). En la misma carta, escribe que los hijos “se santifican por la fe de los padres” (1era de Corintios 7:14). También, en libro de los Hechos de los Apóstoles, tras la conversión del carcelero de Filipo, San Pablo lo bautiza a él y a todos los de su casa (Hechos 16:31,32).

Otra referencia de suma importancia, es la analogía hecha por San Pablo cuando compara el Éxodo de Moisés con la nueva alianza; “todo el pueblo de Israel fue bautizado al pasar el mar, beber el agua de la misma roca y la roca era Cristo...” (1era de Corintios 10:1-4). Estos eventos del antiguo testamento son muestras del deseo de Dios por una purificación colectiva, siendo el bautismo trinitario el modo en el cual el pueblo de la nueva alianza pasa de la esclavitud a la vida de Dios en la gracia otorgada por el agua.    

martes, 10 de junio de 2014

La circuncisión y el bautismo

La semana pasada mencione los paralelos entre la fiesta judía de pentecostés y la celebración cristiana de mismo nombre. En mis estudios, me fascino la relación entre la circuncisión judía del antiguo testamento y el bautismo trinitario del nuevo testamento. Ambos eventos tienen relación con pentecostés.
En el judaísmo, pentecostés ò shavuot celebra la llegada de Dios al monte Siani, la entrega de los diez mandamientos y la resurrección del pueblo de Israel. Bajo la enseñanza oral judía, ellos afirman; “todo Israel resucito pues presencio a Dios, y según la ley de Moisés, nadie puede ver a Dios y seguir vivo”. Los rabinos expresan; “toda persona que se añade al judaísmo, espiritualmente estaba al lado de Israel y Moisés en el Sinai, participando de aquella primera resurrección”. Para los hijos de judíos, la primera resurrección se efectúa al 8tavo día del nacimiento, en la circuncisión como manda la ley de Moisés (Levítico 12:3).
Un alumno de judaísmo pregunta a su rabí en su sinagoga; “¿Por qué la ley de Moisés mando circuncidar al 8tavo día y no al 7timo día?”. El rabino solo contesto: “así lo mando Moisés…”. Aunque parezca un detalle sin importancia, esta diferencia entre el día 8 ò el 7 guarda un gran simbolismo. Para el judío, el día 7timo está inmerso en su cultura, el 7timo día de la semana es Shabat ò día de reposo, en la fiesta de pentecostés también aparece el numero 7, pues esta ocurre a partir del 2do día de la pascua hebrea, contando 7 semanas que equivalen a 49 días, siendo pentecostés el día 50. El día posterior al 7timo es el domingo, día de resurrección. 
Siguiendo la secuencia de la religiosidad judía enumero lo siguiente; la fiesta del pentecostés judío celebra la resurrección de Israel, todo hombre judío al nacer es circuncidado al 8tavo día de nacido, considerando esto como su primera resurrección por añadirse al pacto que Dios estableció con Israel. Pero, según el judaísmo ortodoxo, cuando el niño alcanza la edad de 12 años debe celebrar el rito del “Bar Mitzvà”, esto es una confirmación de voluntad propia para añadirse a la fe de sus padres, hacerse responsable de sus propios actos y la observancia en las leyes de Moisés. Para el apologista católico Frank Morera, el “Bar Mitzva” es un homologo del sacramento de la confirmación en la Iglesia.
Tras esta reseña de creencias judías, mencionare a groso modo lo que el pueblo cristiano afirma en la nueva alianza, para poder apreciar como el judaísmo sirvió para preparar el nuevo pacto y la Iglesia.
En el cristianismo, Pentecostés es un evento que celebra la llegada de Dios a Jerusalén en la figura de la 3era persona de la trinidad: El Espíritu Santo a los apóstoles, y la promulgación de la ley, ya no según Moisés sino en Jesucristo para judíos y no judíos (“católica” significa “universal”, para todas las razas y pueblos).
La Iglesia considera el bautismo como la primera resurrección, pues restaura en nosotros la gracia que nos fue quitada en el pecado original. Este pecado no es un acto cometido por el menor, sino que es la ausencia de la gracia. El ser humano nace apartado de la gracia de Dios. Por consiguiente, el bautismo lo inserta de nuevo a la gracia mediante un pacto con El, la nueva alianza.   

El sacramento de la Confirmación perfecciona la gracia bautismal, y nos da la fortaleza de Dios para ser firmes en la fe y en el amor a Dios y al prójimo. Se debe recibir la confirmación cuando se ha llegado al uso de razón, o antes, si hay peligro de muerte.

lunes, 2 de junio de 2014

Pentecostés, bautismo y resurrección

Dentro del lenguaje de las Sagradas Escrituras, existen eventos paralelos. Esto significa que un suceso del antiguo testamento es similar ò paralelo a un evento en el nuevo testamento. Existen paralelos impresionantes entre la fiesta de pentecostés judía y cristiana.
En el judaísmo, pentecostés es conocido como “Shavuot” y es celebrado cincuenta días después de la pascua judía. En el periodo agrícola, los judíos celebraban las primicias de los frutos, pero también la llegada de Dios al monte Sinaí, la entrega de los diez mandamientos a Moisés y la ley. Este es el inicio del pacto de Dios con Israel como nación.   
En el cristianismo, pentecostés significa la llegada del Espíritu Santo recibido por los apóstoles. También implica el descenso de Dios en la tercera persona de la trinidad y el nacimiento de una nueva nación; la Iglesia. Es el cumplimiento de la profecía de Jeremías;  “He aquí que vienen días, dice Dios, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Dios. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Dios: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Dios; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Dios; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Cap. 31:31-34). Cuando el profeta menciona; “todos me conocerán” puede referirse a la relación que Jesús tuvo con sus discípulos. Cuando dice: “hare nuevo pacto con la casa de Israel y Judá” se refiere a Jesús de origen judío, de la tribu de Judá.  
El pentecostés cristiano está asociado al bautismo trinitario, pues sin el primer evento no puede existir el segundo. Para la Iglesia, el bautismo implica la primera resurrección. El apóstol San Pablo hace una mención en las Escrituras; “sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Colosenses 2:12). Muchas sectas ignoran esto, no consideran el bautismo como la primera resurrección, suponen que es un evento futuro, pero no, es un evento actual. El bautismo es la primera resurrección como lo establece la Iglesia. En el judaísmo en la fiesta de pentecostés podemos encontrar un preanuncio esta creencia. Aunque dentro del antiguo testamento no se menciona, en la tradición oral judía se establece que en el pentecostés hebreo, cuando Dios desciende en el Sinaí para entregar la ley, todo el pueblo de Israel resucito por primera vez, incluso, su creencia establece: “si alguien se añade al judaísmo en cualquier momento de la historia, también resucito junto con los del Sinaí”. Los rabinos afirman su creencia basándose en la idea de que; “nadie puede mirar a Dios y seguir vivo” (Ex. 33:20). Para los judíos, en el pentecostés del Sinaí todo el pueblo murió y resucito.  

Es importante considerar esta creencia judía para hacer apología de la enseñanza católica entorno al bautismo como primera resurrección. Otro dato interesante es que en la carta citada a los colosenses, San Pablo asocia el bautismo a la resurrección y versículos antes hace una reflexión de la circuncisión de los judíos. La Iglesia católica mira a la circuncisión de los niños judíos como la prefigura del bautismo católico. La circuncisión es el primer contacto que tiene el menor Israelita con la ley de Moisés. Lo mismo sucede en el bautismo, es el primer contacto que el menor tiene con Dios, es su primera resurrección.