lunes, 26 de mayo de 2014

Maquinando un asesinato

Betsabe fue esposa de Urías, un soldado del ejército de Israel. El rey David deseo a Betsabe pero la ley de Moisés prohibía el adulterio. La única forma en que Betsabe pudiese estar libre de su esposo era enviudando, pero la ley prohibía el asesinato. David ideo la forma de respetar la ley y cumplir su cometido. Ordeno que Urías fuese al frente del batallón, en un sitio de mayor riesgo y así, el ejército enemigo de seguro lo mataría. Urías falleció, Betsabe enviudo y David consiguió lo que quiso sin violar la ley.  
Esta historia del Rey David es narrada en el 2do libro de Samuel. Este caso muestra el ingenio del hombre para lograr su propósito sin violar la ley. Por lo tanto, no basta la ley para contener la maldad de los hombres, es necesario los hombres deseen ser bondadosos y optar por lo justo.
He sacado la tragedia de Uríaz para hablar del aborto. El código civil no considera delito el aborto por causas naturales, espontaneo. Esto es parecido al asesinato imprudencial, donde por un accidente, sin dolo, una persona asesina a otra, su castigo amerita fianza, no cárcel.
El aborto imprudencial está despenalizado, en cambio, el aborto premeditado no lo está. Ahí es donde inicia la discusión legal sobre; reconocer si en el vientre de la mujer hay vida humana ò no la hay. Porque en lo que se defina de tal discusión va en juego las garantías que el Estado otorga a los individuos. Si se define legalmente “no hay vida humana en el vientre”, entonces el Estado al permitir un aborto “no consentiría un asesinato”, pero si se define “si hay vida dentro”, el Estado no podría consentir el asesinato de un inocente, seria legalizar la injusticia.  
Las personas que están a favor del aborto harán como David, buscaran todas las formas, eufemismos y argumentos para cumplir sus deseos dentro del marco legal, pero solo se engañan a ellos mismos, al igual que David.
Los pro abortistas hablan de “el derecho al aborto”, pero catalogar al aborto como un derecho es una cosa espantosa y deshonesta. La palabra “derecho” viene del latín “directus”, ósea, derecho, recto, sin dobles, lo justo.
No podemos llamar al aborto “un derecho”, y la discusión se resuelve fácil con la siguiente pregunta; ¿es justo desmembrar un embrión en desarrollo dentro de un vientre?. No lo es, incluso, si nos refiriéramos a vacas ò perros, sigue siendo injusto.   
No podemos referirnos al aborto como un “derecho”. Porque el aborto nace de la desesperación de la mujer. Por ejemplo, el suicidio nace de una desesperación, no podemos decir que el suicidio es “un derecho”, porque es una tragedia familiar. El consumo del alcohol está despenalizado, tampoco el alcoholismo es un derecho, porque es un daño a la persona y a sus familiares.
El aborto debe ser catalogado como; el indicador que muestra la desesperación de las mujeres por la incapacidad del Estado para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, como sucede con los índices de suicidio, desempleo, alcoholismo, migración y violencia que retratan la descomposición social.
Como David muchos dirán “no lo mate”, y así como con Urías, la mujer embarazada estará en una situación de riesgo y en ambos casos correrá la sangre.