lunes, 30 de septiembre de 2013

El día del perdón

            El caso del sacerdote Aarón Cohen Tapiero de Venezuela es singular, es parte de la comunidad de “hebreos católicos” que está en comunión con la Iglesia Católica. Este sacerdote de origen hebreo afirma ser descendiente de sacerdotes hebreos, esto significa que es de las pocas personas que puede ejercer los dos sacerdocios: el de la antigua alianza que era por linaje ò el que ejerce actualmente por amor a Cristo sin parentescos ò genealogías.
            Aarón es un joven sacerdote católico, constantemente comparte por la red social fotos de fiestas y cenas hebreas que celebran en su parroquia. Aunque es una cultura distinta a la nuestra, la eucaristía y el Papa siguen siendo los mismos.     
            Recientemente Tapiero publico una foto del sagrario de su Iglesia, esta tenía la forma del arca de la alianza descrita en el libro del éxodo, pero en vez de tener en el interior las tablas de los diez mandamientos de Moisés tenia la Eucaristía. No pude evitar hacer un comentario: “creo que usted en ese sagrario ha resumido muy bien cuatro mil años de historia de la salvación”.

            Este 3 septiembre los judíos iniciaron su año litúrgico con la fiesta del Rosh Hashanna ò “día del juicio”, su segunda fiesta es Yum Kippur ò “el día del perdón” celebrada el 14 de septiembre. Aunque yo no soy judío sino católico, mi fascinación por la cultura judía nace por el deseo de conocer las tradiciones del antiguo testamento, es más que nada cultura general. Entre más conozco de los judíos más me reafirmo como católico.  
            Previo a la fiesta hebrea le escribí a Tapiero: “este 14 de septiembre los judíos celebrarán Yum Kippur, ese día quiero como católico unir mis oraciones personales a las de ellos. Ojalá podamos unirnos a ellos en oración, sin duda San Pablo unía sus oraciones a las de sus hermanos de raza”. Tapiero contesto de un modo sabio: “¡Shalom!, claro que si, ese día tendré confesiones en mi parroquia”.
            La fiesta de Yum Kippur conlleva ayuno, abstinencia y confesión de pecados, a diferencia de nosotros ellos tienen que esperar todo un año para confesar sus pecados en esta celebración, dado que son muy severos con su liturgia, los rabinos hacen una lista de todos los pecados que un judío puede llegar a  cometer para que no omita ninguno al confesarlo en Yum Kippur, según esta creencia del antiguo testamento “no hay redención de pecados sin la confesión”. Este rezo que los judíos hacen se llama Vidui, elevan su mano derecha dándose tres golpes en el pecho, muy parecido a lo que nosotros hacemos previo a cada misa: “yo confieso…”, “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”. En el Vidui judío se confiesan las faltas, pero no significa un perdón definitivo sino que es un punto en el tiempo en el cual el judío se retracta de sus malas acciones confesándolas, dejándose en manos de Dios. Interesante es la respuesta de Dios por medio de Jesucristo: “a quienes les perdonen sus pecados les serán perdonados” (San Juan 20:23). La redención llego con el Mesías.   
            En lo personal, como acto simbólico deseaba ir a confesarme en mi parroquia el día 14 de septiembre para comulgar ese día, sabiendo que ese mismo día todos los judíos del mundo están reunidos en sus sinagogas confesando sus pecados en el rezo del Vidui. El día llego y no me confesé por cobardía, quiero hacerlo.
            El año litúrgico judío y católico continúan, la Iglesia sigue invitándonos a los sacramentos, para los católicos cada misa es la fiesta de la redención plena. Es natural que sintamos vergüenza por haber pecado, pero acudamos centrados en el amor del Padre.  

La transfiguración y la fiesta de los tabernáculos

            De este 19 al 26 de septiembre los judíos celebraron “Sucot”, mencionada en los evangelios como “la fiesta de los tabernáculos”. Como católicos no estamos obligados a celebrar ninguna fiesta judía, sin embargo, por cultura es bueno conocer.      
            En esta fiesta, los judíos construyen cabañas con ramas para vivir ahí por siete días. El antiguo testamento establecía: “Durante siete días ustedes vivirán en chozas; todos los hijos de Israel vivirán en chozas, para que los descendientes de ustedes sepan que yo hice vivir en chozas a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto: ¡Yo soy Yavé, su Dios!” (Levítico 23:24). La palabra “tabernáculo” significa “templo móvil”. El principal motivo es habitar en una casa temporal, así los judíos se miran como peregrinos, adoran a Dios fuera de la casa habitual para reconocer que todas las posesiones permanentes son transitorias. 


            En el pasaje de la transfiguración de Jesús, el apóstol hace referencia a la tradición del Sucot guardada por judíos: “Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, levantaré aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.-” (San Lucas 17:4). La trasfiguración es mencionada en tres evangelios (San Lucas 9:28-36, S. Marcos 9:2-8, S. Mateo 17:1-13). En ella, Jesús muestra su gloria en su cuerpo mortal, estando en un monte a las afueras de Jerusalén en compañía de tres apóstoles: Pedro, Jacobo y Juan. Su figura se transforma estando a su lado Moisés y Elías que representan la ley y los profetas. Una nube los cubre mientras del cielo resuena: “este es mi Hijo amado, a El oid”. Recordemos que, Jesús es el nuevo templo. En su plática con los fariseos manifestó: “destruyan este templo y yo lo edificare en tres días” (S. Juan 2:19-22), los fariseos pensaban en el templo de Jerusalén, pero él se refería a su cuerpo como templo.
Asociar la transfiguración con la fiesta de los tabernáculos conlleva elementos en común, leamos los símbolos. La fiesta judía recuerda el peregrinar del desierto, el culto que ofreció Moisés en una carpa, mientras que, en la transfiguración encontramos los símbolos afines al éxodo: el desierto, la gloria de Dios que desciende, la nube, la ley y sobre todo el templo móvil, el tabernáculo.

            El hecho de que Jesús se transfigure en el tiempo de la fiesta de los tabernáculos no es un hecho aislado, sino que, Jesús mostro su gloria en su cuerpo transitorio en los tiempos de “Sucot”. Se concluye que, el cuerpo de Jesús tras su muerte paso de ser un templo móvil ò tabernáculo a ser un templo permanente por su resurrección. Esto debe darnos confianza en que Dios no obro al azar, pues dio plenitud a una celebración judía del antiguo testamento.   
Si miramos la totalidad de Cristo: “Yo soy el camino, la Verdad y la Vida” (S. Juan 14:6), debemos reconocer que aquel cuerpo que contiene tales atributos manifiesto su gloria en medio de sus escogidos: Moisés y Elías, pilares del antiguo testamento, Pedro y los Apóstoles, pilares de la Iglesia. El pueblo de la alianza permanece peregrino. Desde la antigüedad hubo escogidos para discipular a otros y otorgar sucesión para no errar en el camino hacia la gloria.
Nosotros somos templos móviles cada vez que comemos de la Eucaristía y recibimos los sacramentos. También permanecemos peregrinos en el desierto de la vida, buscando llegar a la tierra prometida. Tenemos el decálogo, los profetas pero sobre todo la sucesión apostólica para recibir dirección y establecer un rumbo.

Aunque nuestro cuerpo sea un templo débil y mortal, confiamos que un día dejaremos de ser transitorios para convertirnos en algo eterno. Somos peregrinos pero no estamos a la deriva. Dios guardo a Israel hasta el Mesías, Dios guardará a la Iglesia hasta cumplir en ella sus promesas. Sigamos adelante como templos vivos que somos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Una fe superficial

            Creo que si la Virgen María es nuestra madre los judíos son nuestros abuelos. Jesús, la Virgen y los Apóstoles fueron educados en la cultura judía y esas creencias son la antesala del cristianismo. 
            El pasado 3 de septiembre los judíos iniciaron su año nuevo (5774) con la fiesta del Rosh Hashanna, que es la celebración del “día del juicio”. Para ellos esto es motivo de fiesta y no de temor. En el inicio de cada año convocan a todos los judíos para que reflexionen sobre sus obras y entren en un periodo de penitencia que durara 10 días hasta Yom Kipur (14 de septiembre). Es interesante que el judío inicie su año litúrgico con un juicio, argumentan que en el principio Dios dio la vida y la juzgo pues dijo “que era buena”, también creo al ser humano que ese día se corrompió pero ahí es donde inicia el intento de Dios por rescatar al hombre. Para el judío la vida humana inicia con un juicio, esto se asemeja al pensamiento cristiano pues la vida después de la muerte inicia también con un juicio.
            El presidente Barack Obama por medio de la Casa Blanca dio un mensaje a la comunidad judía de Estados Unidos por motivo del año nuevo hebreo. El discurso de Obama inicia con la felicitación judía de ¡Shana Tova!, afirmando que “el inicio de cada año es una oportunidad para hacer las cosas mejor y reafirmar los mandamientos”, citando parte del discurso de un rabino de renombre: “cuando Dios dio la vida a Adán, dio vida a toda nuestra raza, al judío y al extranjero, extranjero no es un término geográfico sino un concepto que tiene implicaciones morales”. Irónicamente, en esos días Obama ponía a discusión en el senado de E.U. la aprobación para intervenir militarmente a Siria.
            Esa misma semana, el papa Francisco I desde el Vaticano convoco a una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, gesto que fue bien recibido por la comunidad Islámica de Siria, pues el líder musulmán Ahmad Badreddin Hassou deseo sumar su presencia en la plaza de San Pedro.
            Muchos dirán que los rezos “no sirven de nada”, pero vale la pena citar el pensamiento del Rabino Brener: “si leo un libro y no aprendo nada, perdí mi tiempo, si leo y aprendo me convierto en algo mejor, los hombres que rezan y no aprenden nada rezan de forma superficial, quienes rezan y aprenden se transforman”. Dios está en la oración, poner por obra sus mandamientos es una decisión humana.  
            Es una pérdida para la religión cuando vivimos una fe superficial porque la caridad de Dios no la hacemos presentes, echamos en saco roto los mandamientos. Los Presidentes de E.U. toman protesta jurando sobre la Biblia y en ella las tres religiones: “judaísmo, cristianismo e islam” podemos encontrar más coincidencias que diferencias. Los tres credos afirmamos: “hay un juez y existe un juicio”. No mataras es un mandamiento. Es tiempo que aquellos que nos llamamos “amantes de Dios” pongamos por estandarte la hermandad ante todo.  

            El discurso de Francisco I, el sábado 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro me pareció eficaz. El Santo Padre afirmo: “en cada conflicto militar renovamos a Caín con tecnologías más sofisticadas y un lenguaje sutil, pero el fin de Caín sigue siendo el mismo”. Al citar el caso de Caín tácitamente se convoca a un punto en común entre los tres credos: reprobar el asesinato del hermano. Todos somos descendientes de Adán. Creo que el papa Francisco I con sus acciones está abriendo puentes y sensibilizando al resto de los credos. Podemos tener la paz como unidad por encima de las diferencias entre países, razas, credos, ideologías políticas, amigos y familiares, pero si nuestra fe es superficial la paz será sin fruto.  

lunes, 2 de septiembre de 2013

Un mundo de ficción

En el libro titulado “La luz del mundo” (Ed. Herder, 2010), el periodista Peter Seewald cuestiona al entonces Benedicto XVI, sosteniendo que “se acusa a los cristiano de promover un mundo ficticio, pero el mundo moderno vive de las ficciones, para ejemplo los mercados financieros, los medios de comunicación, el lujo ò la moda”. Esta idea de Seewald me parece puntual, el mundo incrédulo debe ser menos recalcitrante con el cristianismo ò cualquier otro credo. Hoy, la especulación financiera ha llevado a la quiebra la economía del mundo. Esa ficción dañina de poseer generada por la especulación, que por la codicia humana estimula los deseos de apostar hasta perder el juicio dejando al ser humano más pobre de lo que era.
Hablando de la ficción, el escritor E. Galeano se cuestiona si “la utopía puede servir para algo si esta jamás puede ser alcanzada”, Galeano concluye, “la utopía sirve para ir tras hacia ella y en ese ir las personas y las sociedades avanzan”. La utopía es lo ideal, lo que deseamos, pero, ¿Cómo saber si de inicio la utopía es correcta ò equivocada, si nos mueve hacia paraísos ideales ò nocivos?. Toda utopía debe estar ligada al progreso. Sobre el progreso, Benedicto XVI en entrevista con Peter Seewald plantea “el progreso debe ser lo ideal, es el deber, pero, por desgracia de la humanidad en post del progreso hemos devastado y despojado a los pueblos, contaminado los mares y los aires, hemos acabado con los valores humanos y pisoteado la dignidad, eso no es progreso, esa clase de progreso nos destruirá, más bien, hemos mal entendido lo que el progreso es, el progreso debe llevarnos a estar mejor, nuestro planeta no soporta nuestra idea de progreso y clama piedad. Es necesario que la humanidad replantee su idea del progreso”.
Esta idea podemos llevarla a nuestro vivir, ¿que imaginamos como “lo ideal”?, ¿en post de que caminamos y hacia a donde?. La utopía de hoy parece centrarse en lo que se posee y para hacer merito a tal ficción se recurre al crédito, las sociedades se enrolan en un ideal financiero haciéndose participes de una borrachera crediticia. En el libro mencionado, Benedicto XVI condena la crisis Europea, producida por el endeudamiento irresponsable de sus gobiernos; “se hace mal uso del crédito para sostener un modo de vida que no se posee, se disfrutan los beneficios de una riqueza que no generamos hipotecando a las futuras generaciones, solo estamos evadiendo una responsabilidad a plazos para que las futuras generaciones lo paguen, es el egoísmo de querer vivir el hoy y el ahora, nuestras sociedades dejan en herencia deuda y no patrimonio”.
Aquella frase dicha por Jesucristo “cada día traerá su propio afán…” tiene peso en la era del crédito. La irresponsabilidad crediticia de los gobiernos internacionales y nacionales hace eco en nuestra vida por medio de impuestos y nuestro endeudamiento familiar se engorda querer sostener una ficción que a la primera contingencia echa por tierra tal ficción. Si deseamos construir nuestra paz, vale la pena mirar y observar las enseñanzas cristianas, vivir de acuerdo a lo que somos y no sentir complejos en el falso paraíso de las posesiones. Desde las reflexiones del Rey Salomón citadas en el Eclesiastés, “todo es vanidad…”, “Salí desnudo del vientre de mi madre y así moriré, nada podre llevarme del afán de todos mis trabajos…”, hasta las enseñanzas de Jesucristo “Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”. La esperanza cristiana propone la riqueza del interior humano.  

Es irónico que entre tantas ficciones modernas, la televisión, el banco, los gobiernos ò las posesiones nos propongan paraísos basados en indicadores financieros ò capacidad crediticia, sin embargo, tanto el judaísmo como el cristianismo desde tiempos antiguos lucha y proclaman que el acceso al Edén no tiene un costo monetario.