domingo, 19 de mayo de 2013

La virginidad perpetua de María desde el contexto judío


Todos los bautizados afirman que Jesús nació de una virgen por la descripción de los evangelios, pero, el tema de la virginidad perpetua de María es polémico. Haciendo uso de fuentes judías (centro de estudios judíos Torat Emet) sobre el matrimonio y el divorcio podemos entender que según la ley de los judíos María debe permanecer como virgen perpetua.
Primero aclaremos que creían los judíos entorno al matrimonio, porque ese fue el contexto religioso y cultural que vivió María y José. Para los judíos el matrimonio no terminaba con la muerte como lo creemos nosotros, ellos afirmaban que el espíritu del difunto marido reposaba en su esposa, en el matrimonio “son uno”. En la acusación de los saduceos a Jesús se muestra esta creencia como antecedente donde una mujer tras quedar viuda contrae matrimonio con su cuñado y sucesivamente enviuda de la totalidad de los hermanos. Los saduceos preguntan “¿Quién de los siete hermanos será su marido en la resurrección?” (San Lucas 20:33).   
 En el caso de las viudas sin hijos, las leyes judías permitían que la viuda tuviese descendientes con el hermano del difunto y estos serian considerados como hijos del primer marido, no del segundo. Para los judíos el tema de la descendencia y el linaje es muy importante. Lucas narra parte de esta creencia en el pasaje de Jesús con los saduceos: “Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano” (San Lucas 20:28). Sin embargo, este acto sexual no se consentía si la viuda no liberaba de su cuerpo el espíritu del primer marido para otorgarle el descanso. Para esto, debía acudir a una corte de mínimo tres ancianos y celebrar un rito especial.
Se llama matrimonio de “levirato” cuando los judíos contraen matrimonio con su cuñada viuda. Esta unión tenía como principal función “no desamparar a las viudas solas”. Si este judío ya tenía una primera esposa, tener a su cuñada viuda como segunda esposa se consentía, pero, los judíos en esta unión no consentían la poligamia. La función de esta unión era solamente “no desamparar a la mujer sola, esposa del hermano difunto” y estaba prohibido tener acto sexual con ella. Los judíos tenían una frase para aquellos que contraían matrimonio por deseo sexual con la viuda de su hermano: “se convirtieron en cerdos usando la Tora” justificados en el mandamiento del decálogo “no desearas la mujer de tu hermano” (Éxodo 20:17), pues, como mencione el matrimonio judío no concluía con la muerte y solo se justificaba el acto sexual para dar descendencia al difunto en caso de que la viuda no tuviese hijos.  
María al concebir del Espíritu Santo presenta un caso inusitado en las leyes y creencias judías. Para términos prácticos María es “una mujer sola que espera un hijo”, su marido está vivo aunque no esté presente en cuerpo y sangre. María no puede desprenderse del Espíritu de su primer marido para tener acto conyugal con otro porque ella no posee en su cuerpo el Espíritu de un difunto, su primer marido vive. Tampoco puede divorciarse de su primer marido para casarse con José porque según las leyes judías sobre el divorcio, quien da el acta de divorcio es el esposo y no la mujer. Se conoce como “guet” al acta de divorcio firmada por el hombre judío que es ratificada por los rabinos para disolver el matrimonio. En los casos donde la mujer judía desconoce el paradero de su esposo, aun así, no puede contraer matrimonio con nadie hasta que su esposo le otorga el “guet”. La mujer judía queda atada al “guet” del esposo.
Haciendo cita de las creencias y leyes judías, María queda literalmente como una “esclava del Espíritu”, el Esposo ya tiene descendencia, María posee el Espíritu del primer esposo y por lo tanto nadie la puede tocar. Para términos prácticos, la función de José es primordial para dar sustento y apoyo a la joven María en medio de una población de economía agrícola.