domingo, 21 de noviembre de 2010

Salvación: ¿Por fe ó por obras?


(segunda parte)


La semana pasada dijimos que para el judío no bastaba solamente la fe y la circuncisión para ser salvado (aunque ellos interpreten la salvación de modo distinto). Todo judío que deseara expresar su fidelidad a Dios debía guardar las enseñanzas orales y escritas de la torá. La torá son los cinco primeros libros de nuestra Biblia, estos libros aunque están dentro del antiguo testamento no contradicen el nuevo testamento sino que lo confirman, de tal modo que para poder ser entendidos deben ser estudiados bajo la interpretación de la Iglesia.

Cristo establece la Nueva Alianza en la cena pascual: “Esto es mi Cuerpo, esto es mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna” (San Marcos 14:12-25), confirmándola Dios Padre en la Resurrección. La Iglesia nace en pentecostés y recibe la tarea de evangelizar y hacer discípulos a las naciones, la evangelización consiste en transmitir el kerigma: “pasión, muerte y resurrección de Cristo”.

Hablando sobre el tema de la salvación, no es de extrañar que dentro del nuevo testamento encontremos pasajes donde se hable de esta forma: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo”, si pensamos equivocadamente que la salvación solamente consiste en creer, entonces el arrepentimiento no tendría sentido porque no seria necesario. Si analizamos la obra de Cristo, puedo decir que su encarnación es una obra de caridad para los hombres, pues tras su encarnación la simple fe hacia un Dios invisible se ve cubierta de una realidad tangible en Jerusalén. La obediencia de Jesús para con el Padre es un ejemplo de una obra concreta y no un simple acto de fe que se desliga de las obras. Para que Cristo nos alcanzara la redención fue necesario su obra y no solamente su fe, Cristo acompaño su fe con sus obras para ejemplo de todos: “pasión, muerte y resurrección”.

Algunos creen y enseñan que solamente la fe salva, por lo general citan deliberadamente la carta de San Pablo a los Efesios: “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9). Si leemos con atención nos daremos cuenta que San Pablo dice: “han sido salvados por la gracia siendo la fe un medio” y no afirma “han sido salvados por la fe sin merito de la gracia de Dios”. Es por medio de la gracia como el hombre se purifica, siendo la gracia lo que produce en el ser humano el “deseo” de obrar la caridad pues ya lo dijo el Apóstol Santiago: La fe sin obras esta muerta (Santiago 2:26). La gracia es un don de Dios y el hombre accede a ella por medio de la fe. En los sacramentos, la oración y la lectura divina recibimos gracia y somos fortalecidos por ella. La salvación Cristiana no viene solo por la fe ó solo por la obras, sino que es por gracia y en esto se conjugan la fe y las obras, siendo la gracia como una sabia que nos mueve a ser semejantes a Cristo en fe y en obras.

“Dirá después Cristo a los que estén a su izquierda: ¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron. Estos preguntarán también: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?, El Rey les responderá: En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí” (San Mateo 25:41-46). Hay que creerle a Cristo y obrar.