domingo, 3 de mayo de 2009

Callejón sin nombre.


¡Que tarde te conocí! Así, decía un santo refiriéndose a Dios, mas hoy quiero usar esta misma frase empleada para mi ciudad ¡Que tarde te conocí!. En aquella mañana, con un mapa de la ciudad recorrí varios kilómetros revisando un listado de propiedades en las que estaba interesado, al llegar al lugar la calle no tenia nombre, mas en el mapa el sitio era el indicado, confirmando con los vecinos el nombre de la calle busque el numero “14”, al llegar a la casa me percate que alguien vivía ahí, en ese momento hable por teléfono y dije; “Blanca, buenos días, ¿La casa “14” que está en venta, no será la “41”?, te digo porque alguien está viviendo ahí y la “41” esta sola”, Blanca contesta; “No te preocupes, nadie vive en la “14” solo son invasores, tu puedes comprarla sin problema y nosotros los desalojamos”. Desistí de esa propiedad y pensé en seguir buscando, esa semana me tope con muchas casas solas, algunas invadidas y otras destrozadas, incluso conocí algunos invasores, gente que jamás ha tenido acceso a un crédito ó un trabajo digno, también he visto cuadras completas donde todos son invasores, fraccionamientos que no se concluyeron, pavimento y alumbrado que nunca llego, propiedades que alguien no pudo pagar y que desalojaron, he visto más de 1,000 casas abandonadas en Hermosillo, he irónicamente he visto gente que hace su casa de cartón por no tener donde vivir.


¿Dónde está el progreso?, el progreso para muchos Hermosillenses no existe, la crisis ha existido desde siempre y el cubrebocas es necesario porque 8 de cada 10 consultas medicas en las clínicas municipales están relacionadas con enfermedades respiratorias, producto de la contaminación en el aire por el polvo. El “progreso” para miles de Hermosillenses es, simplemente una calle pavimentada que esta después de la rebeico, después del terregal. Cuando el salario mínimo diario es de $50 pesos y la vivienda digna tiene 38m2 construidos en concreto para la “ciudad del sol”, es entonces cuando; el ambulantaje, la informalidad y las invasiones toman sentido de profesión y patrimonio.


Con estas limitaciones es fácil que la vida se vea llena de tentaciones a cada momento, las comunidades se llenan de droga, pandillas, prostitución, borracheras y pleitos. Pero, en medio de estos asentamientos de carencia, el apego a la moral Cristiana brilla como un sol para quienes aun no pierden la esperanza y aun sin nada, comparten y se apegan a ella. El gobierno por su parte, no podrá abarcarlos a todos con sus planes sociales, ni organizarlos pues el crecimiento se da en demasía año con año, así también, la iglesia no podrá atender a las necesidades espirituales, ni podrá llamar a la conversión a quienes están tan lejos, la iglesia en este tiempo no podrá completar la obra sin la ayuda de los laicos. En estos rincones de la no ciudad, las sectas se ofertan y crecen porque todavía hay gente que quiere conocer a Dios, mientras la catolicidad tiene una antorcha encendida que es apagada incluso por quienes se dicen fieles.


En el callejón sin nombre una humedad en forma de la virgen, es señal para un pueblo hambriento de Fe, que Dios aun los ve a pesar de las nubes de polvo.